lunes, mayo 26, 2025

 Mujeres que molestan mujeres


Hay mujeres de manos largas que molestan a las mujeres de manos cortas. Desde lo lejos, extienden sus largos dedos hasta alcanzarlas. Les pican las costillas, les jalan las greñas, les tapan la boca, las toman de las pantorrillas para hacerlas tropezar, les pican los ojos, las ahorcan, las abofetean, las aprietan de las muñecas, etc. Cuando una mujer de manos cortas se ha ganado el odio de una mujer de manos largas, en cualquier momento puede sufrir un ataque. 


Tuve una vez una jefa de manos y dedos muy largos. Su piel estaba cubierta de manchas porque ya era vieja. Sus dedos deformes llevaban anillos de oro con rubíes y esmeraldas. Aunque yo me encontraba lejos de ella, en otro edificio, en otra colonia o en otra ciudad, sus manos me alcanzaban. Me tapaban la boca y nariz para que no pudiera hablar ni respirar. A veces me pellizcaba o me clavaba las uñas. En las puntas, sus dedos tenían pequeñas boquitas con dientecitos que me mordían y arrancaban trozos de piel. Por mucho tiempo llevé moretones y heridas abiertas todo el tiempo. Yo trataba de esquivar sus ataques pero pocas veces lo lograba, mis manos eran demasiado pequeñas para sostener las suyas, además, ella tenía un séquito de mujeres de manos pequeñas, pero de ojos y orejas grandes, y de odios y miedos aún más grandes que la ayudaban. Le avisaban cuando yo estaba desprevenida o me empujaban entre varias a un sitio en el que mi jefa pudiera mejor alcanzarme y jalonearme y sacudirme.


Terminó aplastándome de un manotazo. Un día que estaba molesta porque hacía calor, y en el que su asistente le había servido el café muy caliente, su chofer había llegado tarde y  había pisado un charco por accidente llevando sus zapatos de gamuza miel que tanto le gustaban y que había comprado en un viaje a Chicago con su esposo. 


Me gané su odio no por tener manos pequeñas sino por no sentir vergüenza por ello; por no pedirle perdón cada vez que me llamaba a su oficina y presentarme ante ella con manos tan cortas; por no codiciar sus largos dedos y todas sus habilidades. Por no alabarlos, como lo hacían las otras mujeres, las que me utilizaban para entretenerla: se arrodillaban cuando ella pasaba y siempre la acompañaban y seguían a todos lados. Hay un nombre para las mujeres de manos cortas que apoyan a las mujeres de manos largas, así las llamamos, pero hoy no lo voy a escribir.





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