viernes, marzo 25, 2016






El venado, con la primera flecha que atravieza sus músculos, empieza a desangrarse lentamente pero sigue avanzando. Después de la segunda y la tercera le es difícil seguir y se detiene. Inmovilizado se vuelve el blanco fácil de más ataques y pierde la cuenta de las filosas puntas que se esconden   en su cuerpo.  Sobre el charco laminado de sangre yace ¿es acaso el fin? ¿podrá esa materia viscoza volver a su interior y regresarle la vida?  ¿la última gota es el último momento? ¿quién dice que no puede andar así, sin sangre? ¿acaso no fue la transparencia algo que añoraba en sus sueños? 

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