miércoles, marzo 02, 2016




El tiempo de las alas


Cuando un mosco se detiene sobre una cortina es momento de acercarse y entre las dos palmas de las manos atrapar su cuerpecillo, –que si por descuido, compasión o respeto se le deja libre, seguramente el agradecido insecto  emitirá por la noche una sonata de exaltación a la vida que no dejará dormir–. Así, el brusco y preciso movimiento coordinado de ambas manos convertirá el pequeño y grisaceo ser en partículas que al liberarlas volverán a la tierra, al polvo y al aire. Si sucede que las alas quedaron aplanadas y no se quebraron junto con el resto del cuerpo, estas caeran a un tiempo propio, diferente; que nosotros, seres sin alas y sin ligereza, no sabemos contar más que con el peso de los minutos. Entonces, uno se pregunta si estas criaturas acaso no guardan un secreto acerca del misterio del tiempo que nunca nos será revelado. 



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