sábado, abril 18, 2015






La plaga 

Una tarde bochornosa llegué a casa y abrí las ventanas. Así fue cómo entró: con el pesado viento que la transportaba. Se coló por la ventana; al menos así lo imagino. No lo sé.  Esas cosas no se alcanzan a ver, pero llegan y encuentran un sitio y luego no se vuelven al lugar de donde partieron. Sólo recuerdo la mañana en que todas las plantas en casa estaban cubiertas de un polvillo grisáceo y que el trapo húmedo que pasaba una y otra vez sobre sus hojas no las limpiaba. Se fueron desvaneciendo. Perdieron sus hojas una a una formando un tapete circular en el suelo a su alrededor. Sus tallos permanecían erguidos pero huecos o podridos por dentro.  Al observar las hojas con atención se alcanzaba a ver que el polvillo aquel estaba compuesto de seres diminutos y repugnantes,--como huevillos con pequeñas patas; que se reproduce y extiende, que consume y devora a quien lo aloja. Y luego parte. 


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