En mi casa, que se llama Ítaca, las horas pasan como pequeños rasguños blancos. Cuando salgo, no olvido atar a la puerta un largo hilo que me acompaña y marca mi camino, el cual enredo entre mis dedos para volver. Tocan a la puerta más no abro, no quiero ver sus ojos. Canto suavemente canciones para que sepan que sí estoy. Por la noche acerco a mis oídos caracoles; yo también quisiera escuchar algo que venga del mar.
martes, agosto 26, 2014
En mi casa, que se llama Ítaca, las horas pasan como pequeños rasguños blancos. Cuando salgo, no olvido atar a la puerta un largo hilo que me acompaña y marca mi camino, el cual enredo entre mis dedos para volver. Tocan a la puerta más no abro, no quiero ver sus ojos. Canto suavemente canciones para que sepan que sí estoy. Por la noche acerco a mis oídos caracoles; yo también quisiera escuchar algo que venga del mar.
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