sábado, mayo 03, 2014



Es intolerable. Él (Aquiles), que siempre ha vivido de acuerdo con sus necesidades, que pudo elegir y eligió. Verse arrastrado, indefenso como un pez.

No le creerías indefenso si lo vieras. Permanece a un lado con Patroclo, su amor en la eternidad, y Patroclo -que ama a Aquiles pero no tanto como es amado- espera a que Aquiles se mueva. Su deferencia hacia Aquiles es diferente a la del resto. Le honran y le respetan, se mantienen a una distancia prudente, porque Aquiles es mejor que todos ellos. Mejor como ser humano. Luchando, cantando, hablando, enfureciéndose (ah, todavía es bueno en eso). Matando. Pero sólo Patroclo se muestra sumiso al amor de Aquiles. Sólo un necio piensa que recibir más amor del que ofrece da poder. Sólo un necio alardea de ello y exhibe su pequeñez fanfarroneando ante los amigos y cubriendo de exigencias caprichosas a su amante. Patroclo no es un necio. Sabe que también en esto es menos que Aquiles. Sometido por la inmensidad del amor de Aquiles, le ama con toda la grandeza de un corazón inferior.

Aquiles
Elizabeth Cook


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