Las ciudades y las expectativas
El viajero se sienta todas las mañanas en la misma silla viendo hacia el mismo lugar en el horizonte. Sin embargo lo que ve en el paisaje que pareciera siempre el mismo, cambia de un momento a otro. Descubre que el camino que ve a lo lejos rodeado de árboles que cubren de cálida sombra el sendero y por el que siempre se le antoja andar, tiene un anuncio de "no traspasar" y una puerta con púas y un candado. Las nubes que a lo lejos observa y anuncian una lluvia benéfica para la tierra, el viento las arrebata en sentido opuesto. Las aves que con dulce canto lo despiertan por la mañana, se comen por la tarde los granos que había sacado a secar al sol. Y así, el paisaje aunque siempre es el mismo y su mirada siempre se dirige a la misma dirección, descubre que lo que cada mañana espera muy probablemente no se cumpla para cuando acabe el día. El viajero continúa creyendo cada día que lo que ve a lo lejos y lo que espera algún día sean iguales.
2 comentarios:
Tal vez no se lo mas correcto, tampoco lo mas sensato, pero cuando existe pasión y anhelo, no importa cual alto sea el muro. Aunque la piel se desgarre y se desangre, el corazón seguirá de pie. Aunque los brazos se encuentren fatigados y dolidos, el alma encontrara las fuerzas. Más contra el viento, que cambia a voluntad de él mismo, en vano es atentar…
Disculpa mi osadía. Tu ejecución fue impresionante. De hecho… tú, eres impresionante.
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