sábado, septiembre 21, 2024
jueves, septiembre 12, 2024
sábado, julio 13, 2024
sábado, marzo 30, 2024
viernes, marzo 29, 2024
lunes, noviembre 27, 2023
jueves, agosto 03, 2023
domingo, julio 16, 2023
viernes, junio 16, 2023
viernes, abril 07, 2023
miércoles, marzo 01, 2023
lunes, febrero 06, 2023
sábado, enero 28, 2023
viernes, diciembre 16, 2022
miércoles, noviembre 02, 2022
sábado, octubre 01, 2022
domingo, septiembre 18, 2022
domingo, agosto 28, 2022
domingo, julio 17, 2022
Además, me resulta difícil suponer que es posible evocar con palabras lo que en los sueños no ocurre de manera lineal o en el plano lingüístico, sino que (al igual que en los pensamientos humanos) se ramifica en todas las direcciones y se difunde en el plano sensual y en la escritura pictográfica, por llamarlos de esa manera. Los sueños no habitan una solución lingüística, sino que flotan en un espacio libre, atemporal, y tan pronto se transforman en lengua o escritura, pierden su carácter voluminoso y se estiran en longitud. De ese modo parece que duraron mucho más de lo que es realmente el caso. Páginas enteras de esos dos sueños anotados en mi informe fueron soñadas durante unos cuantos miles de segundos cada uno. El sueño, como el miedo, se desplaza en profundidad y vastedad, no en longitud.
Milorad Pavic en Pieza única
sábado, julio 09, 2022
En la vida de los hombres ocurre algo semejante. Es cierto, en su inexorable curso, la existencia, que parecía al inicio tan disponible, tan rica en posibilidades, pierde poco a poco su misterio, apaga una a una sus fogatas. La existencia, al final, solo es una historia insignificante y desencantada como todas las historias. Hasta que un día -tal vez no el último, sino el penúltimo- por un instante reencuentra su encanto, pierde de golpe su desilusión. Aquello que ha perdido el misterio es ahora verdadera e irreparablemente misteriosos, verdadera y absolutamente indisponible. El fuego, que sólo puede ser relatado, el misterio, que se ha consumido íntegramente en una historia, nos quita la palabras, se encierra por siempre en una imagen.
Giorgio Agamben en El fuego y el relato.