martes, febrero 28, 2017
viernes, febrero 24, 2017
miércoles, febrero 22, 2017
miércoles, febrero 15, 2017
jueves, febrero 09, 2017
sábado, febrero 04, 2017
Pienso por un momento, con la velocidad que los pensamientos llegan– como piquetes de jeringas–, que me gustaría
tomarle fotos a mi abuela, y con
una diferencia mínima de tiempo me doy cuenta que esto es imposible, pues está muerta ya hace muchos años y por lo tanto no es posible fotografiarla. Siento una gran
tristeza. Luego se convierte en angustia y posteriormente es una rabia incontrolable.
Me siento profundamente engañada. No es justo, si fuera pintor o
escultor no tendría mayor problema en hacer un retrato de ella, pienso sin mayor reflexión. Estoy molesta, la
fotografía es injusta, limitada, coja, engaña, miente. Había creído algo –no sé si
alguien me lo dijo o si yo simplemente lo asumí– pero creía que poseíamos el mundo con las
fotografías pero no es así. Lloro de rabia.
El vacío es irreparable.
El hueco es profundo. Quiero vomitar.
Pocas veces algo me
ha molestado tanto. Sollozo.
Después
de unos minutos, me doy cuenta que he tomado muy apecho un hecho tan obvio. Me recompongo, me reincorporo avergonzada
aunque no hay nadie más, me acomodo el suéter y limpio mis lágrimas y mocos con
la manga. He hecho una rabieta de niña pequeña. Respiro profundamente, más no
encuentro consuelo, sólo debo de aceptar el hecho de que mi abuela no está y
no podré tener nunca su imagen.
sábado, enero 28, 2017
jueves, enero 26, 2017
martes, enero 24, 2017
"Write a poem," he says
He's the teacher, I'm the student.
I must do as he says
It's the fist day in my poetry class
"What's the subject?," I ask
"Free subject," He says
"What extention?," I ask
Free extention," He says
(In silence, I look at the white page)
I don't know what to write
I don't know how to start
What's the point, anyway?
I leave the room
I suck at writing poems
domingo, enero 22, 2017
Conocí la traición con mi primera amiga. Ambas teníamos 6 o 7 años. Había deseado tener una mejor amiga con quien hablar y jugar. Luego, ella llegó a mi vida, la alumna nueva de la clase. Se llamaba Lizeth. Nos jurábamos amistad eterna con cartas de colores. Todo cambió el día que yo conté a otras niñas uno de sus secretos: el chico que a ella le gustaba. Aún recuerdo su mirada cuando yo, delante de ella, revelaba el nombre. Como era de esperarse, después de esa escena, nuestra amistad cesó. Poco tiempo después, encontró a una chica más confiable en quien depositar sus secretos y con quien intercambiar cartas de colores. Fueron inseparables hasta que dejamos la primaria.
Entonces, yo no sabía qué eran los secretos. Había escuchado con frecuencia la palabra, creía que conocía su significado. Sin embargo, no estaba consciente del pacto de silencio que implican. Aprenderlo me llevó a la pérdida de mi primera gran amiga; a valorar, sobre cualquier cosa, la lealtad en una amistad y también a entablar una relación de constante alerta con las palabras pues el abismo que surge entre su sonido, su significado y su intención puede traicionar a cualquier incauto.
sábado, enero 21, 2017
El espejo
(Él, espejo)
(Él, espejo)
Él es un espejo lento y preciso. Observa mis movimientos. Ensaya mis gestos y luego los imita calculadamente exactos. En su superficie –accidentada y porosa– mi reflejo es una reproducción exacta de mí que no alcanzo a ver –la eterna imposibilidad de verse uno mismo–. Si yo fuera una mejor persona, la imagen que traza podría ser menos cruel, más amable.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)