En la vida de los hombres ocurre algo semejante. Es cierto, en su inexorable curso, la existencia, que parecía al inicio tan disponible, tan rica en posibilidades, pierde poco a poco su misterio, apaga una a una sus fogatas. La existencia, al final, solo es una historia insignificante y desencantada como todas las historias. Hasta que un día -tal vez no el último, sino el penúltimo- por un instante reencuentra su encanto, pierde de golpe su desilusión. Aquello que ha perdido el misterio es ahora verdadera e irreparablemente misteriosos, verdadera y absolutamente indisponible. El fuego, que sólo puede ser relatado, el misterio, que se ha consumido íntegramente en una historia, nos quita la palabras, se encierra por siempre en una imagen.
Giorgio Agamben en El fuego y el relato.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario