viernes, noviembre 22, 2019




A Heráclito de Éfeso, en uno de sus diálogos, Platón lo parafrasea diciendo que dijo «Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río». La lectura de Platón de las palabras del filósofo oscuro, como también se le conoce a Heráclito, devino en una lectura posterior y continuamente errónea de éste pues a partir de entonces se ha puesto énfasis en el río, en su constante cambio y en su intrínseca imposibilidad de alguna vez ser el mismo.
            La frase original de Heráclito señalaba que  “En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]”. (Diels-Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker, 22 B12). El énfasis original estaba puesto en las personas.  Somos nosotras quienes no podemos ser las mismas por más de un instante y era este el misterio que, al parecer, fascinaba a Heráclito.

            Probablemente Platón pensó que el río también podría ser una metáfora de las personas.

            Otra metáfora del cambio y de las personas podría ser una casa. ¿Podríamos decir que nadie entra en la misma casa dos veces? Desde luego, si continuamos con la inquietud de Heráclito, se puede decir que una vez cruzada una puerta somos micromomentos más viejos o viejas que antes de hacerlo. Y ¿la casa? Esta también envejece. Pero no solo eso, si consideramos que una casa no es solo sus muros, ni la tierra que enmarcan, sino su aire, principalmente el aire que ahí flota, pues es esto lo que en verdad siempre habitamos. Entonces una casa es tan escurridiza como lo es un río y las personas somos tan poco constantes como ambos. Y si personas y ríos somos tan similares, entonces la falsa paráfrasis de Platón es irrelevante.



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