*Espera el metro. Escribe en su cuaderno:
Breve
ecuación para un triángulo expandido.
A y B acuden a su cita. B no llega solo, lo acompaña C, un fantasma.
A teme a los fantasmas, más B y C actúan como si su miedo no fuera normal, como si los fantasmas fueran completamente inocuos.
A sabe que los fantasmas, cuando vuelven, lo hacen para reclamar un lugar del que nunca se fueron.
A teme ser desterrada del lugar que creyó haber conquistado. Más la presencia de C es determinante: no existe tal lugar.
En otras ocasiones, cuando A creyó derrotar al fantasma ha sido ella la derrotada.
A sabe que la presencia de una persona de huesos, piel y sangre no compite con la inmaterialidad de los fantasmas: habitan como humo (sin límites) los palacios de la memoria.
B cree ser sincero cuando dice que C no es un fantasma, pero cierra los ojos. Mientras tanto C abre su boca de fantasma y dice "no soy un fantasma".
A sabe que memoria y piel son lo mismo y que ahí la sinceridad se evapora.
A voltea atrás, sobre su hombro, y recuerda que ella también carga fantasmas. Pero los de ella no hablan, no se aparecen durante el día y extienden la mano a B. (Algunas veces sus fantasmas llegan por las noches a sus sueños).
A también ha sido fantasma.
A sabe que debe partir.
A también, si pudiera, se convertiría en fantasma y volvería a reclamar su sitio.
–En verdad lo haría si tan solo tuviera un sitio al cual volver–.
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