sábado, enero 30, 2016
viernes, enero 29, 2016
martes, enero 26, 2016
miércoles, enero 20, 2016
El azar quiso que una vez se hablara de grabados al cobre en mi presencia. Al día siguiente saqué la cabeza de debajo de la silla: era un "grabado-de-cabeza". Con esta desfiguración tanto de mí mismo como de la palabra hacía lo que tenía que hacer para asirme a la vida. Pronto aprendí a envolverme en las palabras, que eran en realidad como nubes. El don de reconocer semejanzas no es sino un débil residuo de la antigua necesidad de hacerse semejante y comportarse de forma semejante. Pero esta necesidad la creaba en mí las palabras. No las que me hacían modelo de buena crianza, sino las que me hacían semejante a casas, muebles y ropas.
Benjamin
domingo, enero 17, 2016
Respecto a los acontecimientos sucitados recientemente – en los que vemos cómo las imágenes deslumbran y llevan a la perdición o a la carcel, en este caso – una cita de W.J.T. Mitchell :
Desde luego, no soy yo el primero en sugerir que vivimos en una era dominada por la imágenes, las simulaciones visuales, los estereotipos, las ilusiones, las copias, las reproducciones, las imitaciones y las fantasías. Todo el mundo sabe que la televisión es mala y que su maldad tiene que ver con la pasividad y la fijación del espectador. Pero también es verdad que la gente siempre ha sabido, por lo menos desde que Moisés denunció al Becerro de Oro, que las imágenes son peligrosas y que pueden cautivar al que las mira y robarle el alma.
miércoles, enero 13, 2016
domingo, enero 10, 2016
miércoles, enero 06, 2016
sábado, enero 02, 2016
Despertó. Como todas las mañanas, con la humildad -y con la desventaja que esta da- de saberse diminuto en el mundo, uno más ante la inmensidad del número de personas, y del número de mundos en el universo. Pero esta vez pudo reconocer, a diferencia de las otras mañanas, al mirar las palmas de sus manos, que la palma derecha lo había dominado los últimos treinta años.
Extendió sus brazos a la altura de su pecho, luego lentamente abrió los puños en dirección hacia sus ojos. Ahí estaban, las palabras grabadas en ellas.
Todas las mañanas, mientras su mamá salía a trabajar, su abuela lo cuidaba. La anciana le hacía extender sus manos y sobre ellas murmuraba. Luego le decía que si cuando creciera encontraba el balance entre ellas, sabría cómo vivir. En la mano izquieda repetía "las cosas son" y en la derecha "las cosas deben ser".
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