miércoles, octubre 07, 2015




Esta mañana recolecté higos en el jardín.  Colgaban en forma de gotas, como puños morados. Pensé en hacer mermelada con ellos. Cuando los cortaba, un líquido blanco escurría del frágil brazo silvestre del que pendían. Enjuagué el más maduro y luego mordí su piel aterciopelada. Su pulpa rojiza y opulenta era suave y dulce. Lo mordí nuevamente. Pensé en tomarle una foto.  Cuando me acerqué a la luz para observar su centró alcancé a ver pequeñas criaturas  grisáceas de múltiples patas que se movían lentamente, repugnantemente.  No lo arrojé en seguida,  me hipnotizó el movimiento coreográfico de todas aquellas patas. Ahora, después de aquella primera y única mordida, las imagino moviéndose de la misma manera dentro de mi estómago .


No hay comentarios.: