viernes, septiembre 19, 2014




Los habitantes de Migraña saben que es una ciudad a la que nunca nadie llega por voluntad propia. Y todo el que llega --cualquiera que haya sido el motivo,  siempre desea partir lo más pronto posible. 
En Migraña, la luz más tenue irrita los ojos más fuertemente cerrados. Y es común ver a la gente caminando con los dedos de las manos dentro sus oídos. 


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