martes, febrero 09, 2010



de las manos y el destino

Una vez mientras caminaba en la calle una mujer que vestía una pañoleta roja en la cabeza, vino hacia mí y de la nada me pidió que le mostrara mi mano izquierda, con miedo y sin pensarlo accedí, luego, después de pronunciar con una voz opaca algunas palabras extrañas dirigidas a mi mano me dijo que acababa de lanzarme un maleficio y si no le daba algo de dinero, no recuerdo cuánto, no revertiría aquel sortilegio. Arrebaté de un golpe mi mano que yacía entre las de ella, arrugadas y sucias, y corrí hasta perder el aliento, esperando salvarme de algo, como si con ello lograra que aquella hechicería no hubiera sido nunca pronunciada. Lo que pasó después no sé si se debe a aquel embrujo o si ya desde antes era mi destino: zarpar en un barco y que éste se hundiera, salvarme milagrosamente y ser rescatada por un barco pirata, luego ser vendida como esclava en el desierto -que después me enteré era el Sahara en Marruecos, escapar con la ayuda de un bereber, a quien no sé por qué antes de separarnos le robé una de las piedras que él traficaba y que luego me sirvió para pagar con ella mi pasaje a España, algo de comida y un tatuaje que en Fez pedí que me hicieran, en la misma mano de la maldición, esperando tal vez con esto contrarrestar el maleficio. Al llegar a Algeciras en la oficina de migración me detuvieron algunas horas dudando de mi identidad y de mi historia, luego el hombre que me entrevistaba detuvo su mirada en el tatuaje de mi mano y como por medio de un encantamiento y sin preguntar más me dejó pasar. Con los días aquel tatuaje marrón, que era la única prueba que me hacía confiar en mi memoria y el recuerdo de esos días, se fue borrando hasta desaparecer.


.

1 comentario:

Mantis dijo...

Nunca muestres tu destino de mano sin antes fijar tu mirada en la misma que te examina, puede que la próxima vez no encuentres quien te tatue un nuevo camino......